Y un elefante rosa sostiene una vela, iluminando el cielo, para que todas las niñas perdidas de noche puedan encontrar el camino de vuelta a casa.

Todo lo que hacemos y todo lo que decimos parece estar regido e impulsado por nuestra mierda interna. Ya sea que nos demos cuenta o no. Estamos sobreviviendo a muchos recuerdos a la vez. Subconscientemente siempre queremos algo de lo que decimos o hacemos en broma; somos cobardes. Vivimos a escondidas. Y ese impulso de represión generalmente lo motiva quienes creemos que somos como personas. Pero hay algo mucho más fuerte que la represión: el deseo. Ese deseo puede ser tan mínimo como caerse al piso y quedarse ahí tirado, simplemente porque es divertido, pero otras veces ese deseo es mucho más complejo, mucho más oscuro. Todo está enturbiado y esa misma turbiedad puede hacer que las personas hagan cosas totalmente contrarias a las que desean hacer. Tirarle tierra en la cara al chico que te gusta en vez de besarlo. Si estos impulsos no nos parecen seguros no son confiables. Viajan por nuestro cuerpo diáfano, desde el alma hasta la médula y nosotros nos creemos superiores. Los aborrecemos. No somos merecedores de desear. Aún cuando hacemos cosas por el simple placer de hacerlas, dudamos de si las hicimos por el simple placer de hacerlas. En qué momento nos rompimos tanto? Please, do it just for the hell of it.



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