Y un elefante rosa sostiene una vela, iluminando el cielo, para que todas las niñas perdidas de noche puedan encontrar el camino de vuelta a casa.


No quiero. No tengo miedo. ¿Por qué querría domar la niebla que sos?  Cuando entrás a mi habitación tu sombra cuelga, se desdobla y multiplica. Sos millones. Estás por todos lados. Debajo de mi cama mi sombra juega, se ríe y se esconde.  Tener el control es para el fandom. A mí dejame acá, desatando los cordones de tus borcegos. Bardeemos la verdad. Lo que era intocable está a punto de comenzar a vacilar  y va a terminar deshilachado. Quiero besar las manos que te sostuvieron al nacer  y desmembrar los pies que te patearon al caer. Bajo la luz de la luna después nos vamos a sentar a beber en copas de cristal la sangre de los torpes que tocaron a la puerta de nuestro hogar. Estuve lejos mucho tiempo, no me dí cuenta. No lo pude ver hasta ahora. 
Y ahora no quiero hacer nada. No quiero mover ni una coma de lugar.  Quiero quedarme quieta contemplando. Si alguna vez me vuelvo en tu contra, arrancame la máscara  y poneme de vuelta en mi lugar.


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