De todas las mentiras que me dije, esta era la más real. Sumergirme en un océano denso y profundo color lila en caída libre. Fue abrir el frasco, tocar la textura, oler su aroma y sucumbir. Lo que más me envolvía de la situación era esa consistencia perturbadora y seductora al mismo tiempo. Se me pegaba a la piel y ahora mis células brillan. No hay marcha atrás porque no quiero. Lo del camino de ida es una elección. Elijo seguir hacia esta profundidad que nunca me falló. Y cuando crees que te escupió, que siguió de largo y te dejó; allí está. Esperando deseosa, con ojos de maldita Venus encendida, que te arrimes para arremeter contra vos y hundirte. Pero es un hundimiento precioso. Caigo sobre mi propio peso y no me arrepiento porque se me pega todo el brillo y la magia para siempre. La gente le teme a las cosas más estúpidas. La gente le teme a las cosas más hermosas. Desde chica aprendí a no tenerle miedo a nada y ya enfrenté varias revoluciones.
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