Y un elefante rosa sostiene una vela, iluminando el cielo, para que todas las niñas perdidas de noche puedan encontrar el camino de vuelta a casa.

Admito que esa noche ni siquiera podía sostener mi vaso pero se hubiese necesitado de todas las perras de ese lugar para sostener mi alma. Fue cuando se me hizo imposible mantenerme en pie hasta la madrugada que abandoné mis plataformas para quedarme descalza. Qué aburridos son los lugares de moda. Todos quieren ser irreverentes. Les cuento un secreto anarquistas, no pueden rebelarse contra el mundo con las manos vacías. Y si ahora creen que estoy hablando de armas, no hay nada que hacer por ustedes. Caminar bajo el cielo y saber que nos observan. La convicción de que importamos y lo que hacemos cuenta. La necesidad de que exista algo más allá. Proclamar el arte, somos el nuevo suelo. Y descansar en paz porque sé que nada de lo que viva me quitará mi inocencia y mi ingenuidad. Eso es lo que resguardo del mundo, no se llevará jamás mi alma inocente. Es mía y se la debo al universo.



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