Y un elefante rosa sostiene una vela, iluminando el cielo, para que todas las niñas perdidas de noche puedan encontrar el camino de vuelta a casa.

Y no importa lo que pase, nunca nada me detuvo. Acá estamos y yo siempre estuve. El cielo estalló mil veces y yo saqueo todos sus pedazos. Esa asquerosa actitud de que nada me importa y todo me pertenece, siempre me mantiene a flote. O es la locura que me hace incomprensible para los demás lo que me hace disfrutar de absolutamente todo lo que me pasa. No sé. Casi exploto de tantas maravillas. Lo que nadie quiere, yo me lo guardo.  Jamás le buscaría explicación a tanta belleza en ebullición, simplemente la abrazo y la escondo del resto. Adoro no entender, ¿porqué creen que soy una lunática bajo control? Mucha simpleza en sus mentes adversas. No puedo estar más agotada. Todo lo que parte de mí, siempre vuelve. Su mayor problema es creer que tienen tiempo. Se babean llenando fuentes de gansadas en las cuales no sumergiría ni un pie. Mucha dósis, poca anestesia. Los tiempos modernos adoran mis pensamientos. ¿Están satisfechos? Cuánto stress, yo solo quiero bailar...



2 comentarios:

  1. A lo mejor ser incomprensible para los demás es lo que llaman locura. A lo mejor la gente necesita que pertenezcamos a una clase, un molde, una especie, para saber "quiénes somos", sin tener que conocernos.
    Me gustó mucho.

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  2. Los locos somos los que estamos afuera.. Los encerrados son sabios demasiado avanzados para nuestra mente cavernicola entenderla

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