Y un elefante rosa sostiene una vela, iluminando el cielo, para que todas las niñas perdidas de noche puedan encontrar el camino de vuelta a casa.

Traté de ser adulta, madura y responsable desde que tenía 15 años. ¡Cuánta mierda nos meten en la cabeza! Me deshice de mis stickers brillantes y mi cartuchera abultada. ¿Qué sentido tuvo si en mi cabeza no cambió nada? Seguía siendo la misma pendeja inadaptada. Lo intenté tan mal que hasta me sentía culpable de crecer. Una idiota corriendo hacia su muerte. Un desastre caótico y emocional propio de un mal viaje de ácido. Besando por besar y viviendo por vivir. Planeando suicidarme mil veces y adorando la vida al mismo tiempo. Innecesaria estupidez con consecuencias obvias. Finalmente llegaron mis 18, creía que eso era algo importante y apenas la fiesta terminó, de una trompada lloré por mi infancia como nunca había llorado antes. Quería regresar el tiempo atrás y parar de crecer. Pero no paré. Una linda perdedora. La sociedad ya comenzaba a asquearme horrores, la gente empezaba a volverse de lo más odiosa. Extrañaba mis muñecas pero sabía que para mi edad eso era no solo vergonzoso sino hasta enfermizo. Hace un par de años borracha y drogada tendida en el piso del baño, entendí. La edad es solo un número. La realidad me pertenece. Cada tanto encontraré alguien a quien lamerle el alma y hacerle el amor. Y no hay nada más estúpido que querer ser un adulto. Me hablé por horas y decidí, que no pienso madurar a no ser que no me quede otra. 


1 comentario:

  1. Genial.. seria bueno hablarnos bajo esos terminosss !! Fuck you uff crecimiento, adultez y estructuras!

    ResponderEliminar