Y un elefante rosa sostiene una vela, iluminando el cielo, para que todas las niñas perdidas de noche puedan encontrar el camino de vuelta a casa.

Intento hablar de esos momentos de suma derrota. Tu mente ya entendió todo y no quiere saber más. Quiere abrirse de tu cuerpo y dejar en claro que no es responsable de lo que está pasando. La anulaste. Ya no estás pensando. Sos vos contra vos mismo. Los ojos obnubilados y la mirada perdida en cualquier lado. No podés parar. Lo que estás haciendo te está matando pero no querés parar. Más y más fuerte. Por favor, alguien que me mate. Es todo lo que estás deseando. Que se apiaden y te protejan de vos mismo. La petulancia de saber inflamable lo que estás tratando de prender fuego. Te puede generar aversión estar ante tanta involución pero al mismo tiempo te seduce. Nos cautiva la miseria humana. Disfruto de orgías entre mi cuerpo, la incertidumbre y el fracaso. Y me voy superando cuando veo que cualquier gesto de la contracultura queda olvidado frente a mi tropa de freaks. Esta escena no es trash. No entendemos al new under. Es simple, necesitamos safar porque cada tanto nos queremos matar. Todo está permitido. Le robo los peinados a las zorras y dejo que mis pies caminen sobre zapatos de rameras. Los veo endiosar drogas baratas y aspiran pegamento en nombre del punk. Aún así, todo esto me queda chico. Quiero crear una canción que inspire a algún asesino a matar. Que lo caliente. Que lo excite tanto que no pueda aguantarse las ganas de ver correr sangre a través de sus dedos. Mi mente es una pelela.


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