Pura
seducción, puro placer, pura masturbación auditiva.
Eso son ellos para mí y él
lo sabe.
Lo son desde que empecé a
ser la pendeja atrevida que él conoce y adora.
Por eso llego a su casa y
están sonando.
Códigos son códigos.
Y aunque no pienso parar a
veces siento que ya no necesito volar a
ninguna capital del mundo para sentirme conectada
conmigo misma.
Buenos Aires siempre tiene
todo lo que yo necesito. Magia desparramada por doquier y a cualquier hora. A
donde mires. Y eso heredé de la ciudad en la que nací. Magia. Tengo las venas
llenas, explotadas y extasiadas de trucos mágicos y polvo de estrellas.
Y es por eso que a donde voy
encuentro paisajes
tan únicos como irresistibles. Miro con los ojos bien abiertos, para no olvidar
ningún detalle. No quiero cosas básicas y aburridas lastimando mis ojos. Necesito
llenarme para luego repartir.
Cuando andamos por ahí,
recorriendo la ciudad, él es el más
bailable, el más
sensual, el más
directo, y tiene ese
toque de superficialidad mundana que me deja andar
tranquila en mis plataformas sabiendo que está todo bien con caerse de rodillas
al suelo.
Le ofrecí a cambio de sus
secretos una comunión pagana
entre el rock de los 80, los 90 y el siglo XXI que da como resultado la pibita que soy hoy. Comunión
que fue bendita por los dioses y estoy orgullosa de encarnar. Y él la aceptó
feliz.
Crecí siendo influenciada
por los encantos de París y Nueva York.
Me pasé la adolescencia coqueteando con el glam y el country de otro planeta. La psicodelia fue siempre mi estrella.
Nada me puede frenar.
Me gusta rodearme de cosas
que se adhieren a la piel y a la memoria y no a la lengua como un
simple tema del momento.
No tengo miedo de convivir
en un submundo poblado de extraños personajes nocturnos y desequilibrados.
Soy la muñeca tóxica de ese reinado y hasta a
veces logro convencerlos de que tengo la razón. Pero no se confundan, el camino
de nuestros pies es siempre hacia adelante y el de nuestro interior, hacia las
oscuras profundidades. Porque como dice Dárgelos ‘increíble tentación es el
amor’ y no queremos perdernos de nada. Cultura
rock para ser avasallantes, cultura rock
para sobrevivir siempre. Y no es que esté mintiendo todo el tiempo, es que les cuesta creerme. Igual
en este caso, es de ese tipo de mentiras que hacen de la vida un momento
agradable y del mundo un lugar mejor para vivir.
Asique no pasa nada. Sigamos en la nuestra.
Vos
te merecés que le de play de nuevo a la canción
para que sigamos creando drama puro, duro y lindo de vivir. Todos quieren sumergirse en el universo femenino pero no cualquiera se la banca. ¿Tenés lo suficiente para bancarte todo
esto? ¿Todo este melodrama desbordado? A veces hay que
saber dejar silencios y no responder. Hay
preguntas que no buscan respuestas sino reacciones y yo por mi parte estoy
buscando enmendar algunos errores. Decir mucho con
muy pocas palabras.
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